Cuando vamos a un buffet somos capaces de comer una cantidad de platos que en casa ni nos plantearíamos comer. La respuesta no es que lo hagamos porque nos convirtamos en una especie de superhombre o supermujer, ni porque sea gratis. Está en un rasgo muy peculiar de la psicología humana que Ana Asensio explica en este artículo publicado en El Periódico de España.
Compartir esta publicación