Cómo detectar un ataque de ansiedad
Te contamos los síntomas de la ansiedad, por qué se produce, cómo podemos reaccionar y las herramientas necesarias para evitar determinadas situaciones que pueden desencadenarla.
¿Se puede prevenir un ataque de ansiedad? ¿Hay situaciones mejores o peores? ¿Cuáles son los síntomas más frecuentes de esta situación que nos desborda? Hablamos para Deporte y Vida con Ana Asensio, Psicóloga y Doctora en Neurociencia, quien nos da las claves de una de las reacciones que más nos descolocan y que más nos pueden llegar a descentrar para conocer cómo trabajar la respuesta más adecuada y que entrañe menor daño físico y mental.
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es un conjunto de síntomas que el cuerpo vive como reacción a una circunstancia interna o externa. Las sensaciones o los pensamientos que se producen el cuerpo las vive como una gran amenaza y reacciona a ellas con sintomatología.
La ansiedad tiene varios grados y tipos, y dependiendo de esto, se queda en una emoción sintomática, como estilo de vida, o, si comienza a incapacitar a la persona con crisis fuertes, ahogo, pánico o incluso llegar a una depresión, entonces hablamos de un cuadro de trastorno por ansiedad.
Actualmente, la Ansiedad y la Depresión, que van muy de la mano, forman la mayor causa de bajas laborales, siendo una de las enfermedades o sintomatologías más comunes entre la población. El 96% de los españoles entre 18 y 65 años afirma haber vivido episodios de ansiedad en algún momento.
¿Por qué se produce?
La ansiedad se puede producir por varias circunstancias:
- Asociada a una enfermedad médica o por algún trastorno orgánico.
- Debida a un elemento externo que nos genera estrés, o no sabemos, o podemos gestionar: acoso laboral, problemas de pareja, problemas con los hijos, problemas económicos…
- Debida a hábitos de vida contraproducentes, estilos de pensamiento negativos, preocupantes, tener miedo a que sucedan cosas, vivir con miedo…por ir “muy apretados” con nuestra vida, por exigirnos más de lo que podemos, etc…
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
Los síntomas más frecuentes de la ansiedad son:
- Sensación de ahogo y falta de aire.
- Sensación de mareo o pérdida de control.
- Malestar de estómago, nerviosismo y palpitaciones.
- Nudo en la garganta, opresión en el pecho y cabeza.
- Dificultad para dejar los pensamientos preocupantes y estar continuamente pensando en aquello que nos da miedo.
- Sensación de miedo o pánico.
- Dificultades para dormir y descansar.
- Alteraciones de la alimentación.
¿Qué podemos hacer para ayudarnos?
En el caso de la ansiedad, es importante, según nos cuenta la psicóloga y experta en neurociencia, “acudir al médico para descartar cualquier otro trastorno o patología asociada, por si fuese necesario tratar otra enfermedad, o tomar algún tratamiento adicional”, explica.
“Si la ansiedad que presentamos está causada por elementos externos, y esta circunstancia podemos abordarla, será importante tomar decisiones y aprender de la experiencia. Y si no podemos cambiarla, nos queda aceptar la circunstancia y entrar en el desafío de cambiar nosotros, siempre ayudándonos desde la amabilidad y el respeto por nosotros mismos”, relata.
“Es muy importante aprender a respirar, a aceptar, a pensar que este momento también pasará, a entender la vida con sus subidas y bajadas y a vivir las emociones que nos vengan y la circunstancia que vivimos, con la naturalidad que nos está retando”, incide.
“Además, se puede recurrir a la ayuda de un profesional que nos acompañe, y nos guíe el proceso de atravesar un momento difícil y no poder, o no saber qué hacer.
La ansiedad también puede ser provocada por:
- Hábitos que hemos desarrollado, y que no son saludables: como instalarnos en la queja continua, en la mirada continua a lo negativo que nos sucede, en ir muy acelerados por la vida, en exigirnos más de la cuenta, en apretar nuestra agenda, practicar el no parar durante el día, presentar siempre un estado de productividad continua e ir corriendo y con la sensación de falta de tiempo continuo, el caer en la culpa por estar en un sitio y no poder estar en otros (familia y trabajo por ejemplo), caer en el hábito engañoso de la multitarea, y de hacer y producir continuamente.
- O puede estar provocada por pensar en aquello que nos causa miedo, tener pensamientos circulares, que nos invaden diariamente.
- Si además no practicamos la vida amorosa, los abrazos, las relaciones personales de calidad, no dejamos un tiempo para nosotros, para hacer algo que nos guste, que nos relaje, que nos divierta, que nos despeje, sin atender a la distensión, o a acciones que nos resulten agradables… En este caso es necesario introducir patrones y hábitos de vida saludables que nos ayuden a vivir mejor y a mejorar nuestra salud y nuestro día a día.
- Y acudir a un profesional también puede ser muy adecuado para guiar el proceso y que nos dé las herramientas necesarias para nuestro cuidado.
Lo mejor que podemos hacer para ayudarnos, en cualquiera de los casos, porque además será un beneficio en nuestra vida, es la prevención, es decir, tener hábitos de vida saludables en salud mental, psicológica o de estilo de vida. Al igual que cuidamos nuestra alimentación y nuestro cuerpo, es importante cuidar nuestro pensamiento, nuestro ritmo vital y nuestras emociones.
Cómo reaccionar ante un ataque de ansiedad
- Lo primero, es aprender a respirar adecuadamente. Al menos 5 o 10 minutos diarios de respiración, aliviaran mucha tensión en nuestro cuerpo.
- Otra pauta importante es aprender a detectar el estilo de pensamiento que tenemos y el lenguaje que usamos con los demás, y con nosotros mismos, y modificarlo por un lenguaje amable y siempre orientado a las posibilidades.
- Y es importante hacer una ruta de pensamiento positivo fuerte, que actúe con firmeza y, más aún, cuando sentimos ansiedad.
- También es muy útil realizar actividades que nos relajen o entretengan, y si es necesario, programarlas; puede ser un rato de amigos, música, gimnasio, correr, darse un masaje, ir al cine, hacer un viaje… Hacer aquello que nutra nuestra mente y nuestro corazón.
- Y aplicar una actitud amable con nosotros mismos y con los demás, de manera que las exigencias propias bajen, y se cree un clima de vida más calmado y podamos dar un ejemplo de calma y productividad, si estamos atentos a lo importante y si evaluamos prioridades.
- Atender a las relaciones personales, y a la calidad de estas. Rodearse de gente que sume, que nos apoye y que nos reconozca y vea cómo somos realmente. La autenticidad genera mucho relax interno y disminuye el estrés y la ansiedad.
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