¿Le dejo el móvil a mi hijo?
Es el recurso fácil ante una situación de hastío en los más pequeños y tú necesitas tranquilidad, pero ¿qué consecuencias tiene el uso del móvil en los menores?
Los más pequeños no conciben el aburrimiento como una opción. Los padres tampoco. Por eso, el teléfono móvil acaba siendo el comodín perfecto para que los niños estén entretenidos. Pero, ¿hasta qué punto podemos hacerlo? ¿Sabemos educar a nuestros hijos en el uso de las tecnologías? ¿Qué recomendaciones hay sobre el uso de dispositivos móviles entre los niños?
Pretender que tu hijo no se inquiete es como querer pasar el día en el campo sin encontrar un solo bicho. Los niños son actividad constante, necesitan experimentar y descubrir por si mismos siguiendo el patrón de la imitación del adulto. Por eso, no debería extrañarnos que un bebé quiera coger el móvil de su padre o de su madre. “Lo que quieren los niños es lo que tú tienes en la mano y el móvil les llama la atención porque lo usamos” nos dice la psicóloga Ana Asensio (Vidas en Positivo), especializada, entre otras cosas, en psicoterapia de familia.
“Los niños actuales son nativos digitales. Como todo, va a depender de la edad del niño y el tiempo que esté utilizando las pantallas”, nos responde la doctora María García-Onieva, secretaria general de la Asociación Española de Pediatría ante la pregunta de si los padres pueden dejar el móvil a los niños para que se entretengan.
Según las nuevas directrices de los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no se recomienda su uso (ni tampoco televisión ni ordenadores) en menores de 2 años (salvo comunicación con familiares a través de plataformas como Facetime o Skype). “A partir de los 2 años podrían comenzar a pasar tiempo delante de una pantalla, pero nunca más de una hora, algo que también se recomienda en niños de 3 y 4 años. Para niños mayores de 5 años no se deberían sobrepasar las dos horas diarias, con la regla de cuanto menos, mejor”, recalca la doctora que insiste: “hay niños que hacen un mal uso en lugares o momentos inadecuados como en la cama, antes de dormir”. Misma idea en la que coincide Ana Asensio: “la sobreestimulación que provoca, por la rapidez de la información, cerca de la hora de dormir puede alterar al menor y provocar ciclos de vigilia”.
Pero los móviles son una realidad constante en nuestro día a día. “La tecnología es el mundo y la generación adolescente hoy es la más perjudicada porque les ha pillado un mundo brutal para el que no estábamos preparados, no hemos sabido educar lo que ha pasado: la cantidad de información a la que tienen acceso, cuánto tiempo podían usarla y en qué momentos o a qué edad podía empezar a utilizarla”, nos confiesa Ana Asensio, que además de psicóloga es madre de cuatro hijos. Aunque no hay datos concretos sobre la prevalencia real de adicciones a las nuevas tecnologías, si que se puede decir que más de un 15% de la población adolescente hace un uso problemático del móvil con tendencia al alza cada vez más preocupante. La secretaria general de la Asociación Española de Pediatría, la doctora María García-Onieva nos da algunos datos más: “Sabemos que el mal uso y abuso de las tecnologías se ha relacionado con trastornos de sueño, y consecuentemente con problemas de rendimiento académico y falta de atención. Así mismo, existe una relación directa y paralela entre el abuso de las tecnologías y el aumento de la obesidad y el sobrepeso en la población infantil”.
Hay que procurar que el móvil y la tecnología no altere hábitos de vida saludables como el ejercicio físico ni que incite al aislamiento del menor (no se relacione o tenga problemas de comunicación) así como procurar una salud postural que no derive en problemas físicos. Lo más adecuado es establecer normas que no sólo se destinen a los pequeños. Deben ser coherentes con la vida familiar. Si quieres que tus hijos estén a otra cosa es importante que nosotros no estemos con el móvil constantemente en la mano. “Las normas empiezan con el ejemplo. Si queremos que no lo cojan, la coherencia va ligada”, repite varias veces la psicóloga de Vidas en Positivo durante nuestra conversación. Hay que marcar unas pautas de uso refereridas al tiempo, tipo y espacio de uso. Deben ser claras, sostenidas siempre en un control parental adecuado a la edad, y de la mano de una fluida comunicación con el pequeño. Conocer los gustos de tus hijos puede ahorrarte muchos problemas asociados al uso del móvil, como el acceso a contenidos indeseables o el riesgo de sufrir cyberbullying.
En cuanto al recurso fácil, no hay que volverse loco. “En ocasiones ¿por qué no? Pero conscientemente y explicado. Causa-consecuencia y con tiempo asociado (reiterado muchas veces para que se acabe asumiendo)” sugiere Ana Asensio. Hay que tener cuidado y no confundir el uso ocasional y eventual del móvil con pretender que sea el juguete que los tranquiliza en medio de una rabieta, porque si le dejas el móvil para que se tranquilice en un momento así lo más probable es que acabe asociando ese comportamiento a conseguir el móvil y te suceda constantemente.
Resumiendo si recurrimos al móvil con sentido común, ejemplo y educación puede no sólo resolver un complicado viaje para que sea más relajado sino ser positivo para todos: menos tensión. No hay que caer en la culpabilidad por prestarle el móvil ocasionalmente a los niños ni dejárselo sin límites que deriven en problemas de salud y/o sociológicos.
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