¿Cómo hago para que mis hijos confíen en mí, no mientan y me cuenten las cosas?
Confianza y respeto son la base para una buena relación con nuestros hijos. Esto se construye día a día, por lo que es importante estar disponibles para ellos ya que, seguramente, en algún momento querrán comunicarse. Si vamos deprisa, estamos todo el rato con el teléfono o nos mantenemos fuera de casa durante mucho tiempo y no generamos un espacio para entablar conversaciones, el diálogo no se propiciará. Aquí tienes algunas sugerencias para evitarlo:
1. Sintonizar con nuestros hijos
Es importante sentir conexión con ellos. Esto se hace valorando sus aspectos positivos y conociendo sus gustos. No hay que estar solo cuando tienen un problema en el colegio o para corregirles, lo ideal es que también nos acerquemos sin necesidad de que haya sucedido nada. Respeta sus emociones, sus gustos, y empatiza con ellos. Los niños tienen sus propias preocupaciones, y es importante hablarles con respeto para que lo reconozcan como un acto de amor.
2. Pedir su opinión, hacerles sentir importantes
Cuando sucedan cosas en casa o te ocurra algo que necesites resolver, puedes pedirles su opinión y contarles lo que te preocupa, en función de su madurez y edad de desarrollo. Esto hará que refuercen su autoestima y sientan que pueden ayudar. Aprovecha la información que tengas a mano, las noticias de la televisión o de un periódico, o lo que le haya pasado a un amiguito para hablar de cómo lo ven ellos, qué piensan, qué harían y, de esta manera, observar cómo está su interior, cómo razonan y cómo piensan.
3. Ofrecerles un espacio de intimidad y de privacidad
Es importante que ellos sientan que también pueden tener un espacio propio. Aunque sea para las primeras cosas, como por ejemplo: cambiarse de ropa o su cajón de peluches y objetos preferidos. El respeto por la intimidad es una base fundamental de la confianza, aunque a veces como padres creamos lo contrario.
4. Aprender a dar la libertad justa en el momento adecuado
Nuestros hijos necesitan descubrir y equivocarse. Empieza poniéndoles retos. Para ellos será algo divertido y, para nosotros, un ensayo para poder observar cómo piensan y actúan.
5. Construir el espacio de comunicación desde que son pequeños
De esta manera, cuando suceda algo en esa edad o cuando sean mayores acudirán a nosotros. En edades tempranas son como esponjas. Por lo tanto, es muy fácil enseñarles a construir este espacio de comunicación dándoles confianza, dejando que opinen sin ser juzgados y escuchándoles de manera asertiva.
6. Estar dispuesto a escuchar
Intenta no regañarlos o criticarlos cuando haya un intento de comunicación de algo que no te gusta, por ejemplo, si tienen que contar que han roto algo en casa, que han sacado malas notas o que se han pegado con un niño. Aunque nuestro primer impulso sea regañar o “castigar”, si empatizamos y nos mantenemos serenos en el momento, confiarán en nosotros y les podremos ayudar a que lo que ha pasado no se vuelva a producir o a que puedan mejorar en su conducta. Propiciar momentos de diálogo sin que tenga que darse un problema para ello. Podemos contarles otras cosas que nos han pasado durante el día o que nos ha llamado la atención. De esta manera la comunicación irá ligada a todo lo que acontece en sus vidas.
7. Comprender que tus vivencias y tu comprensión no son las suyas
Nosotros necesitamos educar y atender a nuestros miedos como padres, pero también propiciar entornos de comunicación y estar abiertos a lo que ellos van descubriendo. Debemos asumir que, poco a poco irán creciendo, y es importante que mantengamos cierto equilibrio: confiar, enseñar, prevenir y estar presentes siempre.
8. Crear un ambiente familiar donde se sientan queridos y cuidados
Debe ser un ambiente fortalecido de cariño, cercanía, compromiso y lealtad. Por ejemplo, si tenemos una nota negativa del colegio, somos nosotros los que tenemos que dar opción a que se expliquen y a que piensen qué ha podido pasar. Que ellos vean que vamos a ayudarles y queremos poner remedio. Es importante que escuchemos y estemos predispuestos siempre a ayudar, desde la serenidad y la cercanía.
9. Intentar evitar las conversaciones tipo “interrogatorio”
Es importante propiciar una comunicación bidireccional que se dé desde ambas partes. Es saludable tener conversaciones y evitar preguntar un listado de cuestiones: dónde han ido, cómo han ido, quién estaba, con quién han vuelto o qué han comido. Esto interrumpe mucho el canal comunicativo.
10. Reforzarles basándonos en valores
“Qué orgulloso tienes que estar de tu esfuerzo académico y de tus resultados”. Por el contrario, el enfado y sus efectos en la comunicación y la confianza no son saludables, porque corta la conexión y la sintonía entre ambas partes. Aunque esto no quiere decir que no apliquemos consecuencias a los hechos que sucedan.
Recuerda que si tus hijos te buscan para contarte algo, son oportunidades que tenéis para comunicaros y estar juntos, y será un indicador de que lo estás haciendo bien.
Ana Asensio
Psicóloga
Vidas en Positivo
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