Cómo conseguir que las mañanas con tus hijos sean menos caóticas (y más felices)
Suena el despertador y empieza la cuenta atrás que parece ir más rápido que nunca, con ella llegan las prisas, el estrés y las broncas y cuando te paras a pensarlo te das cuenta de que tus hijos ni entienden por qué hay que ir corriendo ni es bueno para ellos. “El ambiente en el que uno se desarrolla se convierte en fuente de aprendizaje”, apunta Ana Asensio, psicóloga infantil y fundadora de Vidas en Positivo, y para entenderlo mejor pone un ejemplo: “si nos levantamos de mal humor, quejándonos, además se nos hace tarde, levantamos la voz o gritamos porque pensamos que esto agiliza, o metemos prisa, dejamos los desayunos a medias… y esto se repite muy frecuentemente y de una manera sostenida en el tiempo, finalmente se convierte en un hábito de vida. Un hábito que está sumando estrés ya desde por la mañana y a todos en la familia”.
Cuando en ocasiones hacemos examen de conciencia y nos planteamos cómo hacerlo mejor siempre surge la frustración porque la respuesta que nos sale suele ser la de madrugar más. Sin embargo, hay muchas más opciones para evitar la prisa por la mañana además de despertarse antes. Ana Asensio recomienda como base para levantarnos de otra manera es aplicar la aceptación de esas situaciones cotidianas que no se pueden cambiar y que nos obligan a adaptarnos, “hay muchas cosas que dan pereza, y que de primeras no nos apetecen: los lunes, levantarnos de la cama, madrugar, arrancar, supervisar a nuestros hijos en la rutina… Y si de primeras nuestro estado se manifiesta con calma y aceptación, esto es ya un primer gran paso, que además se irá contagiando y poco a poco lo irán aprendiendo en el hogar nuestros hijos”. Así pues, si no luchamos contra la pereza y lo agotador que pueden resultar las rutinas sino que simplemente aceptamos las cosas como son las mañanas serán automáticamente un poco mejores. La psicóloga de Vidas en Positivo nos da 8 claves para evitar el estrés y las discusiones con los niños:
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1
Ejemplo y compromiso: Es importante que las prácticas las pongamos todos en acción, y que sea un compromiso familiar. Si nuestros hijos son muy pequeños para entender lo que significa la palabra compromiso, empezaremos nosotros a dar ejemplo, y ellos lo acabarán imitando por cultura familiar. -
2
Resulta muy útil e interesante realizar alguna de las actividades de la mañana más lentamente de lo habitual. Esto, más allá de pensar que puede hacernos perder el tiempo, lo hace eficiente. Nos hace estar atentos a esa actividad, y no tener la mente en el paso siguiente que es lo que nos genera la mayor parte del estrés. -
3
Por la mañana todo suele ir rápido y encadenado. Deseamos que la cadena siga su curso, y cada vez que se interrumpe, que suele ser lo habitual porque la vida no es lineal, sentimos estrés. Lo ideal es que en esa cadena, entre actividad y actividad, realicemos una pausa a modo de respiración consciente. -
4
Es importante realizar todas las estrategias que nos ayuden a desactivar el automatismo de ir atropellados, o de ir deprisa por inercia. A veces, ni siquiera nos hemos planteado a qué velocidad vamos, o si el ritmo que llevamos nos ayuda o nos perjudica. Es importante saber que con consciencia se desactiva el automatismo y podemos responder según necesitemos en cada momento. -
5
Ayuda mucho si por la mañana antes de cualquier actividad hacemos un poco de meditación. Puedes hacerlo solo, o en compañía de tus hijos para que al menos vayan cogiendo el hábito o lo adquieran como cultura de hogar y herramienta de vida. Aunque, inicialmente, eso de sentarse y respirar les parecerá aburrido, porque los niños solo quieren actividad y actividad. -
6
Otra acción que podéis hacer en casa es introducir la cultura del silencio consciente en determinados momentos o espacios. Poner silencio consciente, que nos lleve a los sentidos (y no nos sitúe en nuestra rumiación mental ni en la agenda que tenemos por delante ese día), nos ayuda muchísimo a preparar el cuerpo y la cabeza para el día. Además, nos enseña a bajar el nivel de estrés y ayuda a nuestro cerebro a ir a la velocidad que necesita. -
7
Poner atención desde primera hora, en lo que nos decimos, cómo nos damos los buenos días, la entonación que empleamos, cómo nos pedimos las cosas, si damos las gracias, si las pedimos por favor, si cuidamos del otro… La velocidad con la que hablamos o la cantidad de ruido verbal que emitimos. Un ejercicio que ayuda mucho es comenzar nuestro dialogo interno siendo amables con nosotros y hablar a los demás como nos gusta que nos hablen y nos traten, y esto dará el modelo automáticamente a tus hijos. -
8
Comenzar el día hablando de los sueños o de los propósitos que tenemos para hoy: Una parte del desayuno, o en el coche, podemos aprovechar para hablar de las posibilidades que nos ofrece ese día (jugar con amigos, aprender algo nuevo, estrenar unos zapatos, cambiar unos cromos, superarnos en algo que nos hemos propuesto…), o el sueño que tuve la noche anterior… Para que este ejercicio de comunicación tenga éxito es importante hacerlo nosotros también con ellos, y contarle a nuestros hijos cosas de nuestra vida y de nuestra forma de entender el mundo.
Estos ejercicios serán complicados al principio, pues cambiar los hábitos y las costumbres es lo más difícil, pero al igual que el cuerpo la mente también se entrena y empezar el día con positivismo y calma es bueno para ti y para tus hijos. ¡A entrenar!