Dedicado a mi madre, que me dio la vida.
No sé si alguna vez te habrás parado a pensar en la muerte; parece que es una frase que queda muy mal, la de: “Oye, ¿y tú has pensado en la muerte?”
A la mayoría de las personas les aterra esta pregunta y le aterran las respuestas que tendría que pensar.
Mucha gente fantasea con la muerte como algo catastrófico, con miedo e incluso con ansiedad.
Hay personas que no quieren ni pensarlo y lo que hacen, puesto que todos nos lo hemos preguntado alguna vez, es llevarlo dentro e ignorarlo.
Es cierto que las respuestas de cuándo, cómo y de por qué, son inciertas y no nos llevan a nada, pero lo que sí sabemos es el hecho de que preguntarse interiormente acerca de la muerte, o pensar a menudo e intentar que ese pensamiento se vaya a veces tiene su explicación.
Las personas que han sufrido ya algún episodio con la muerte de alguien muy cercano y que ha truncado su vida, un hijo, tu marido siendo joven, un hermano… Generalmente la vida les ha puesto en relación y posición distinta frente a la muerte que el resto de las personas y seguramente si el duelo está superado estén aprovechando los minutos de su vida con una conciencia muy distinta.
A mi en esta reflexión, me gustaría hablar de concepto práctico que puede tener el saber y asumir que vamos a morir.
Independientemente de creencias y opiniones religiosas (aquellos que piensen que luego habrá reencuentro y felicidad: ¡enhorabuena! y aquellos que piensen que no hay nada después, pues creo que más podrán poner en práctica mis sugerencias seguramente).
Imagínate por un minuto que te dicen que te quedan 3 meses de vida desde hoy…
¿Qué es lo primero que piensas?, en quienes son en los primeros que piensas?… date un minuto para reflexionar……
Y ¿qué te gustaría hacer en esos 3 meses, con quién te gustaría estar, qué cosas te gustaría dejar resueltas, no sólo a nivel logístico y material, sino emocional. ¿Qué tienes pendientes? ¿Qué amas tanto que no te gustaría estar separado?
Seguramente intuyo que en tu imagen esté tu familia, tus hijos, tus padres, tu marido, tu novio, tus amigos íntimos, tu mascota fiel, etc… Es decir seres a los que quieres, y que el hecho de saber que ya no estarán más, te ha conectado con la necesidad de pasar tiempo y momentos con ellos. Seguro que quieres solucionar algo pendiente, pedir perdón a tus padres, dedicarle todo a tus hijos, decir cuanto quieres a tu marido, recuperar tiempos perdidos con amigos, con tu novio y poder vivirlo más que nunca;
Por tanto ¿a qué me lleva saber que me voy a morir, y que cada día que pase cuenta mucho? Me lleva a entender que existe una temporalidad aquí en el presente que vivimos, me lleva a probablemente querer aprovechar cada minuto, querer disfrutar al máximo, amar al máximo y con la máxima calidad en el tiempo que voy a vivir: en conclusión a sentirme más vivo.
Esto me lleva deducir que la vida es amor, y que la polaridad de los duelos y de la muerte es el AMOR.
Como resumen las siguientes reflexiones por si te apetecen:
-Vive como si mañana fuese el último, es decir, di te quiero todo lo que te gustaría, deja todas las cosas como te gustaría en cada momento, haz el viaje que tanto deseas, disfruta tu tiempo como soñarías hacerlo.
– Reactualiza de esta manera tus sentimientos, tus relaciones, tus temas pendientes, tu pasión y siéntete orgulloso de poder decir “lo siento”, o valiente por decir “te echo de menos”, “te quiero”, o porque volviste a estudiar aquello que abandonaste un día.
-Vive la vida, cada minuto, cada relación, cada tarea, con cada persona y en cada lugar… porque para eso nos la han dado, para vivirla y sentirnos todo lo bien satisfechos y realizados que podamos; ya tendremos tiempo de morir (estar de otra manera o en otro estado), no lo hagas aquí antes de tiempo.
SI TE DAS CUENTA EL POLO OPUESTO DE LA MUERTE EN REALIDAD Y ES EL AMOR: VIVE Y AMA Y VIVE.