¿Qué puedo hacer para que mis hijos confíen en mí y no me mientan?
La confianza es uno de los pilares de las relaciones y se fomenta base a otras prácticas que como padres podemos poner en marcha y fomentar en la familia. ¿Cómo podemos ganarnos la confianza de nuestros hijos? Damos algunas claves.
La confianza va ligada a sentirse reconocido, sentirse parte del grupo, va ligada a sentirse aceptado, querido, y va ligado a sentir un espacio abierto para ello donde se le va a escuchar, y se va a atender aquello con el amor y espacio que requiere.
No es lo mismo que nuestro hijo nos cuente unos malos resultados académicos, o nos llegue una nota de una mala conducta en el colegio, o veamos un whatsapp que nos impacte en sus teléfonos y entremos en cólera y hagamos lo que primero nos pide el cuerpo que es pedir explicaciones, juzgar, o regañar e incluso castigar, que, aunque resulte muy difícil, respirar y esperar al momento adecuado para poder entablar una conversación, preguntarles qué ha pasado, qué está sucediendo, pedirles su opinión, conocer lo que piensan al respecto, y escucharles para acercarnos a su vivencia y desde ahí poder educar como padres en nuestra responsabilidad.
Los espacios de comunicación se educan desde pequeños, desde que el bebé nace, desde que está en la cuna y ya quiere imitar lo que hacemos, o mirarnos y chapurrear, o contarnos algo que vio por la calle cuando ya van en sillita de paseo y señalan a cada paso lo que les llama la atención, eso es comunicación.
Si nosotros estamos disponibles, interactuamos, tenemos esa conexión, esa presencia, estos espacios se seguirán dando cada vez más elaborados con el desarrollo y evolución de su edad.
Cuando están edad escolar temprana generalmente no tienen un lenguaje para contarnos exactamente lo que sucede o como nos lo contaría un adulto, y además tampoco tiene esa capacidad de descifrar lo que es relevante para nosotros como padres. Lo que suelen hacer es que nos cuentan lo llamativo para ellos, si un amigo lloró en la siesta, o si fue el cumple de otro amiguito, pero necesitan que no haya pasado mucho tiempo puesto que su memoria a largo plazo aún está en vías de desarrollo inicial. Y además no todos los niños tienen el mismo interés comunicativo temprano, y para ello es necesario fomentarlo.
Generalmente solemos preguntarles cosas que creemos que son fáciles para ellos de identificar, como qué han comido, o si han dormido o no la siesta, si hicieron caca, etc. y que además para nosotros es información importante. Pero esto no es comunicación, si no información, y este hábito tampoco fomenta la comunicación de otras áreas de sus vidas, no enseña a comunicar otros intereses.
Por lo tanto vamos por pasos y descifremos qué debemos hacer para fomentar la comunicación y la conexión con nuestros hijos:
1. Darles espacios de comunicación desde que nacen prácticamente. Y en edades escolares crear esos espacios en casa, en momentos tranquilos, en los momentos en los que se lee el cuento por la noche, dejar un espacio de media hora para poder disfrutarlo con calma y que el cuento pueda ser la excusa para sacar temas relacionados que puedan ser de su interés y que el niño quiera contar.
2. Darles confianza para que nos cuenten. Es importante que estemos disponibles y además nos mostremos con una actitud abierta a escuchar, a comprender, a empatizar y a no juzgar lo que nos cuentan. Nuestros hijos muchas veces no quieren un consejo, ni necesitan una solución, a veces solo quieren expresarse, que les escuchemos, que les aceptemos, que conozcamos su mundo.
3. Evitar alarmarnos exteriormente si nos cuentan una “barbaridad” e intervenir con calma para seguir propiciando esa confianza. Se puede dar el caso, por ejemplo, de que nos cuenten algo que han visto por Internet o que nos cuenten algo que les sucedió con un chico/a, o en el colegio, o que nos cuenten una travesura que han realizado, o cualquier otra cosa. Como padres es normal que nos nazca un sentimiento acalorado de querer controlar y atajar lo que sea, pero si reaccionamos impulsivamente estaremos propiciando, por un lado, que se corte esa comunicación y no se vuelva a dar, y por otro lado una educación muy distante de lo que puede ser la asertividad, y la escucha reflexiva donde nos tomamos un tiempo para decidir en el caso de no verlo muy claro o ver que vamos a reaccionar en lugar de responder. Respondiendo desde la calma podemos entender qué ha pasado, podemos charlar con calma y educar en aquello que es necesario y también que nuestro hijo siga contándonos cosas en el futuro.
4. Ir ofreciendo libertad desde pequeños adaptada a su madurez para ver cómo reaccionan. Esta puede ser desde asignarles una responsabilidad de cuidar a la mascota de casa, como regalarles una tablet o dejársela u ofrecerles una paga pequeñita…etc. En cuanto a la confianza, es importante saber que poco a poco nuestros hijos irán solicitando mayor autonomía y que como padres muchas veces no sabemos dónde se encuentra el límite o la edad para dejarles dormir fuera, cuándo dar una paga, cuándo dejarles con sus amigos ir solos a dar una vuelta, o a qué hora deben volver a casa…esto es algo que se puede ir testando con la madurez y la edad, con pasos progresivos, observando su comportamiento en casa con las nuevas tecnologías, observando su comportamiento con el dinero, observando su responsabilidad en el hogar para las tareas de su cuarto y del colegio, etc. Y sobre todo asociado a una madurez de edad cronológica.
5. Ofrecerles confidencias por nuestra parte. Por nuestra parte es importante que nuestros hijos vean que de cara a la confianza nuestra comunicación es bidireccional. ¿Cuántas veces es posible que te haya preocupado algo, te haya cambiado el carácter esa misma mañana y tus hijos no sepan qué te ha sucedido ni tampoco tengamos competencias en madurez para preguntarte si algo hizo que cambiaras? Pues eso también es educación en confianza y educación comunicativa emocional. Si nos ha sucedido algo, podemos compartirlo con ellos siempre adaptándolo a su lenguaje. Nuestros hijos tienen un fondo emocional y de bondad que muchas veces no imaginamos al verlos casi siempre exigiendo, quejándose o peleándose entre ellos. Cuando ellos sienten que se necesita su ayuda o nos ven preocupados generalmente nos quieren ayudar o al menos a su manera lo intentan y es muy importante dejarles y nosotros darnos el regalo de recibir su ayuda de corazón.
6. Hablar de los valores, contar historias y cuentos sobre sinceridad, honestidad, honradez, lealtad. Existen muchos cuentos, películas, libros, historias y ejemplos para poder charlar sobre los valores y esto les ayuda mucho a poder opinar acerca de si les dejamos el espacio de aquello que piensan, podemos preguntarles, podemos ofrecerles que nos cuenten…
7. Dar ejemplo, aunque ello implique que a veces nos saquen los colores y nos corrijan, esto será buen indicador de que lo estamos haciendo muy bien.
Artículo ofrecido por Ana Asensio, Psicóloga y Fundadora Vidas en Positivo.