Trabajo, casa, hijos, mujer, novia, madre, pareja…¿quién soy?
A veces, el estrés generado por querer llevar todo adelante puede acarrear serios problemas de salud. Te damos las claves para abordar este momento con equilibrio.
Como mujer, deseas hoy día poder compaginar ámbito profesional con el ejercicio de la maternidad, además de seguir sintiéndote viva en el mundo. Y esto es posible, pero es todo un arte que requiere de entrenamiento y atención.
Es muy habitual querer abarcarlo todo, hacerlo bien y ser impecable en su cuidado. Muchas veces te encuentras con que la más exigente eres precisamente tú misma.
Con este escenario y expectativas es normal que algo se resienta, y suele ser casi siempre alguno de nuestros pilares de vida: la pareja, la salud física y la salud emocional.
A veces la demanda que quieres atender es muy elevada y hace que caigas en estrés físico y mental, que te sientas agotada y que te exijas mucho, además de enviarte mensajes de culpa que no te ayudan nada.
Cuando las situaciones empiezan a superarte y sientes que no llegas a todo, es importante parar y reflexionar con el fin de que estas circunstancias no se mantengan en el tiempo, así como el estrés puntual no se convierta en algo crónico conformando un problema adicional.
Es importante detectar a tiempo si empiezas a ser una madre con estrés para poder detectarlo y pararlo a tiempo.
Si todo te molesta, si estás más irritable, si tienes olvidos o despistes muy frecuentes, si estás cansada todo el tiempo, si discutes muy a menudo con tu pareja, si empiezas a no reconocerte o si albergas sentimientos de culpa, es posible que estés viviendo un cuadro de estrés.
En primer lugar, no te agobies y haz uso de estos tips que te proponemos para mejorar la calidad de tu vida en estos momentos.
Te quieren ver bien
Piensa que tus hijos, tu pareja, familia y amigos quieren verte feliz, por lo que vas a dar importancia y prioridad a atenderte y cuidar de tu salud para poder estar bien. Esto es muy importante para la estabilidad emocional del hogar porque si no te cuidas, no puedes cuidar.
No te castigues
Si no llegas a todo no te castigues, no pasa nada. Esto es algo puntual, tú haces lo que puedes. Descansar también forma parte de ello y si la casa está hecha un desastre, relativiza, o si en la nevera solo hay huevos, relativiza… Ya mañana o pasado harás la compra, pero descansa. Puedes ayudarte aprendiendo a delegar u organizarte con una buena agenda de hogar. Piensa que las tareas del hogar y el cuidado de la casa es tarea de todos, no es tuya.
Establece normas y rutinas
Ten ese espacio de la noche para ti y tu pareja, para desconectar y charlar del día o bien para estar en silencio o ver una película juntos. Los pequeños agradecerán el orden y el descanso que necesitan y se sentirán descansados al día siguiente. Por otra parte, a vosotros os vuelve a entrar ternura el hecho de verlos un ratito dormir y relajarse mientras tenéis un espacio más íntimo.
Conecta con el agradecimiento en todo lo que puedas
Esto te ayudará mucho a ver las cosas desde otra perspectiva. Seguro que tu día está lleno de cosas estresantes: un jefe, un informe que apremia, una queja, una discusión de pareja, una rabieta infantil… No obstante, seguro que hay cosas que puedes agradecer como esa canción que han puesto en la radio y te dio subidón, esa serie que tanto te gusta, la comida deliciosa con una compañera de trabajo, el mensaje reconciliador de cariño con tu pareja, ese vestido que has fichado para la próxima compra o ese beso de tus hijos al verte por la tarde.
El sentimiento de agradecimiento genera endorfinas y ayuda a la síntesis de serotonina, siendo responsables del bienestar químico y la sensación de felicidad.
Resetea, resíntonizate y enamórate de tu vida actual
A veces el cambio de la vida que traías puede resultar impactante cuando comienzas a formar una familia y otra serie de responsabilidades a las que atender y coordinar. Puede costar un tiempo adaptarse a esta nueva etapa, a tener otros horarios, al cambio que sufre la relación de pareja, a las variaciones en la disponibilidad y libertad de tiempo y vida, así como a las contradicciones que te llevan a sentir el agobio de las demandas de aquellos que dependen de ti pero que amas aunque te agoten física y mentalmente.
A esto le podemos sumar que cambian nuestras prioridades. Por tanto, es normal que por momentos no sepas muy bien quién eres. Antes de plantearte decisiones drásticas, es importante saber que es algo que sucede en la mayoría de las mujeres, por lo que forma parte de la vida y de la adaptación a la madurez y a la familia. Esta etapa requiere de una nueva creación en la que verás tu resiliencia y te reinventarás para vivir en sintonía con tus propósitos y sentido de vida. Esto te dotará de mucha felicidad.
Aprende a vivir con la incertidumbre y el caos
No te queda otra que confiar y vivir el día a día. La confianza hará que no pienses más allá de si tu trabajo durará, si tus hijos crecerán sanos o si, por ejemplo, tu relación de pareja aguantará este momento de estrés y “separación”. Es importante que te mantengas centrada y vivas el día a día con el mayor amor, madurez y comprensión que puedas.
Céntrate en lo positivo de las situaciones o ríete de ellas cuando puedas
Te ayudará a desdramatizar y saber que esto es puntual y pasará.
Establece prioridades
Aprende a poner límites y decir que NO. Es importante que priorices y que te conviertas en selectiva para muchas cosas que antes entraban en tu vida.
Ayúdate del lenguaje
Por ejemplo, sustituir frases del tipo “no tengo tiempo”, “no puedo” o “no valgo”, por “no es mi prioridad ahora”, “decido no hacerlo”, “este no es el momento”, etc. Utiliza aquellas frases que sean más realistas con la situación y que mentalmente te ayuden a ver la situación con objetividad y apoyo.
Delega en aquello que no seas “imprescindible”
A veces puedes caer en la errónea idea de pensar que eres imprescindible y sueles cargarte de tareas que no te corresponden. Sé práctica, ayúdate a ti misma y delega. Decide qué roles ocuparás y en qué momentos, coordínate en casa, con otros padres, con tu pareja, con el colegio… Distingue qué es importante o urgente y qué es prescindible. Aprende a delegar y haz partícipe a las personas que quieran colaborar y ayudarte en tu vida.
Desconecta siempre que puedas
Siente que tu vida está llena de compartimentos y trata de que se relacionen de una manera saludable, pero cuando estés en uno permanece desconectada de los otros, así tu mente descansará y no agotarás otras funciones de tu cerebro como la memoria y la orientación.
Practica equilibrio entre actividad física, mental y espiritual
Los cultivos intelectual y psicológico/espiritual son muy saludables para reconectar, volver a sentir quién eres cuando te pierdes, recargar la batería y poder seguir dando y ofreciendo al mundo todo lo maravilloso que hay en ti.
Mira la vida como pequeños retos diarios
Cada día una aventura, una sorpresa, un regalo, una circunstancia, un reto a superar… Esto, por un lado, te hará más grande y fuerte y, por otro, dotará de mucho sentido a tu vida para valorarla y disfrutrarla.
Para, observa y escucha
Observa cómo piensas y cómo actúas
Esto te orientará si estás instalada en la negatividad, la queja y el estrés o si estás instalada en la actitud positiva y realista de vivir en presente y adaptarte a las circunstancias que van y vienen tomando decisiones acordes al momento.
Crea tu propio modelo de madre
Puede que seas una madre en el hogar, en el trabajo o de otro tipo. No hay un modelo único de madre ni perfecto. Todo tiene sus ventajas y tus hijos se pueden sentir queridos y atendidos de muchas maneras, pero lo importante es que tú estés bien. Los hijos necesitan verte feliz y viviendo en coherencia, algo muy importante.
Organiza tu tiempo de manera realista
Haz listados diarios o semanales de cosas a realizar y organiza tu tiempo sin “apretar” demasiado la agenda. Querer ser muy productivo no se traduce en ser eficientes. Apuesta por el equilibrio entre atender, estar bien, ser felices y vivir una vida plena y de calidad.
Pide ayuda
Es asertivo, inteligente, útil y muy fructífero para ti y para todos en la familia pedir ayuda a nuestro entorno. Asimismo, gracias a los familiares o personas de confianza y cuidado que tenemos cerca podrás organizarte mejor, así como dedicar tiempo a cosas que te nutren a ti y que no puedes hacer habitualmente.
No pretendas hacerlo todo perfecto
Es normal entrar en una fase en la que te sientas que no llegas a todo y que no logras hacer nada bien del todo ni como madre, pareja, trabajadora o amiga. Es como si dejaras de ser tú. Tranquila, esto es humano y normal. Cuando sientas que entras en “crisis”, para, respira, prioriza y ten muy presente que esto sólo es una fase, y que a lo que llegas a día de hoy ya es perfecto.
Rodéate de gente positiva
Hay estudios que revelan que nos convertimos y nos contagiamos también de aquello de lo que estamos rodeados.
Reserva tiempo para ti y haz cosas que te gusten
Haz algo que te encante: bailar, realizar cursos, viajar, amigos, hacer terapia… Esto es vital y de “obligada” prescripción para todas las madres. Busca tus momentos zen de relax, de paz interna, de reencontrarte contigo y recargar la batería.
Y sobre todo ten muy presente que por muy oscuro que se ponga a veces el día, “esto también pasará”. La vida que vives hoy no es la de mañana, ni la de dentro de unos meses, ni la de los próximos años. Aprovecha lo bueno que también te trae este momento, sal de la queja y relativiza lo que te resulte incómodo poniéndole un poco de humor en tu vida.